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La tecnología educativa es una pieza clave en la construcción de un capital social robusto y el aumento de la productividad global. Fomenta una fuerza laboral capacitada y adaptable, preparada para los desafíos del mañana, y promueve el bien común a través de la comprensión y la cooperación.
La tecnología educativa no solo está redefiniendo el horizonte del aprendizaje individual, sino que está fortaleciendo el tejido del capital social y potenciando la productividad a una escala global. La realidad aumentada se está estableciendo como el puente entre el conocimiento teórico y la práctica aplicada. En Chile, ICONLabs es una referencia de cómo la capacitación en AR puede elevar la calidad y seguridad de la industria minera, traduciéndose en una fuerza laboral más preparada y eficiente.
El e-learning se está convirtiendo en el estandarte de la educación inclusiva. En Chile, plataformas como Corfo y Sence están impulsando la capacitación profesional, pero esta ola de educación digital abarca todos los rincones del planeta. Organizaciones como Khan Academy y Coursera están transformando la formación académica, permitiendo que personas de todas las edades y orígenes adquieran habilidades que incrementan su empleabilidad y, por ende, su contribución al bien común.
Las aplicaciones de aprendizaje de idiomas están desempeñando un rol crucial en la integración social y profesional de migrantes y refugiados. No solo facilitan la comunicación en un nuevo entorno, sino que también fomentan la comprensión intercultural, un pilar esencial del capital social que sustenta sociedades cohesionadas y resilientes.
La brecha digital, sin embargo, sigue siendo una barrera significativa que limita el acceso a estas herramientas educativas avanzadas, poniendo en riesgo los beneficios que aportan al capital social y la productividad. Para que la educación digital sea un verdadero motor de crecimiento y equidad, debemos comprometernos a una distribución más equitativa de los recursos tecnológicos.
A nivel mundial, la inversión en tecnología educativa es una inversión en el bienestar colectivo. Iniciativas como ‘Code.org‘, que enseña a programar a estudiantes de todo el mundo, y ‘Duolingo‘, que ofrece educación lingüística gratuita, no solo están abriendo puertas a individuos, sino que están contribuyendo a economías más dinámicas y sociedades más integradas.
En resumen, la tecnología educativa es una pieza clave en la construcción de un capital social robusto y el aumento de la productividad global. Fomenta una fuerza laboral capacitada y adaptable, preparada para los desafíos del mañana, y promueve el bien común a través de la comprensión y la cooperación. Nuestra tarea es asegurarnos de que esta herramienta poderosa esté en manos de todos, no solo para beneficio individual, sino para el progreso de nuestra sociedad en su conjunto.
La educación es la semilla del progreso social y económico. Cultivémosla con tecnología, reguémosla con inclusividad y cosechemos las recompensas de una sociedad más educada, productiva y unidad.
La oportunidad está ante nosotros; asegurémonos de que todos puedan aprovecharla.
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